I
Quisiera
amarte como te amé,
No
amarte como te amo.
Quisiera verte como antes, tan sólo los
Días de
tu buen humor,
No verte
como hoy.
Quisiera
no besar tus labios a escondidas,
¿Por qué
aún te beso a escondidas?
Quisiera
retroceder el tiempo,
Pero
estoy sentado y me pesa la pena,
De saber
que el tiempo es contrito y eterno.
Quisiera
que tu pensamiento sea otro,
No hablo
de ti, sino de mí y de los que te rodean.
Quisiera resucitar de esta mi muerte
Y ver si
lloras, ríes o nada.
Quisiera
no pensar, pero no me hagas pensar,
Si supieras
y sintieras cuando te tomo de la mano,
No es tu
mano sino una piedra pesada.
Quisiera
saber dónde está tu luz interna,
No te
pido que me alumbres, al menos dime la verdad.
Quisiera
que las horas no existan,
Que tu
conspicua mirada elevada por encima de mi candidez,
Me mire
y vea mi incertidumbre que corre, esperando tu razón.
Quisiera
no mirar atrás, pero me llama la duda,
El te
amo incierto. Desahogo mi mar quieto con tu mar embravecido,
Reímos y
no siento nada y miro atrás y más atrás y atrás.
II
Dame tan
sólo un mes, para darme cuenta que no te amo,
Que los
días son mejores sin ti, sin tus besos de cal,
Sin tus
palabras retocadas con mentira y sevicia.
No sé
que hago aquí y allí.
El amor,
aprendí que es un sí en el momento,
Un no
inquieto y que quiere ser libre,
Un tal vez
certero.
Dame un
matrimonio impío y sin juez,
Un lunes
entre julio y agosto,
Regálame
un noviazgo en paz y en tráfico,
Lleno de
regalos y amor envuelto en pañales.
Llámame
en cuanto puedas, estoy desnudo,
Pronto
me voy, al fin donde ti, pero no me esperes en noviembre,
Tampoco
sueñes, y al poco rato estaré dándote un beso,
Hablándote
al oído. Aún espero que se vaya el otro.
Dame dos
semanas, un poco de “floro”,
Crisis
de nervios, una taquicardia y un beso esquivo.
Dame
ahora lo que no tengo.
III
Soy
grosero sin saber la barbaridad de tus actos.
Se llama
extrañar, al amor como señuelo.
Ayer Dios
no me habló, porque le volvieron a crucificar.
Te noté
agresiva, te sentí agresiva, tu mirada y tus besos.
Puse una
flor en tu flor, una caricia y tú, y tú no encuentras remedio.
Una
pausa al tiempo, son las veintiuno y treinta y dos,
Dame dos
segundos para irme, y volver a ti, abre los ojos, y ya he vuelto,
Trota la
vida y yo soy tan lento.
Pariste
cualquier cantidad de mentiras, tal vez mi cara de idiota
Te
presuma confianza, te de la certeza de un amor ensalzado.
Piensa
como poetisa, analiza y deja de lado tu torpeza enorme,
Mírame y no soy él.
Deja tu costumbre
al lado de tus sueños y si quieres recuerda tu vida sin
Que tus
ojos la reflejen, dame la espalda de tu rechazo.
Desesperado,
me he lanzado a escribir tu acto horrible
Y no me
convenzo de tu cabeza agacha y tu mirada de culpa.
No
puedo, bostezo, y me aburre, tu foto, tus piernas y talvez todo.
Por qué
será tan difícil tratar de amarte.
Quisiera
escupir la verdad tallada en mi cerebro,
Debió
ser hoy, será mañana o no sé que día.
Nadie
sabe por qué en la noche rezo y pido,
Nadie sabe si me amas o si eres feliz,
Yo sé
que las palabras se las lleva el viento y que los besos se quitan con agua.
Cierro
los ojos y pienso:
La noche
es fría, siento el sabor de tu boca,
Tengo tu
olor en mis manos, pareciera hedor y no siento nada.
Espero,
te armes de valor y arremetas con dureza, sin piedad del silencio,
Con
vergüenza, tal y como me amas ahora.
Antes
que tú todo era mejor, luego de nuestro debacle vendrá el paraíso.
Este
invierno es distinto, vivo el frío de tu cuerpo, el calor que
Achicharra mis
sentimientos, obligándolos a mentir que te amo.
IV
Mi
mirada se sumerge en el aire, se pierde en ayer,
No he
comido nada, la tarde soleada también es fría.
El
cuerpo no entiende de estaciones, no entiende de desastres, de lujuria,
¿Cómo te
beso sin tocar tus labios, sin ser yo el que te tenga que besar?
Es como
no haber vivido esos minutos contigo,
Son
borrosos, pero en fin, son y duele, reniega mi pecho,
El tronco
como tú le dices.
Me
pregunta una respuesta ciega,
¿Qué
haces lamentándote, engriendo el engreimiento,
Dando
lástima, llamando a amigos, encerrado y escribiendo?
Respuesta:
escribo a la venganza. Sí, dios existe, pero no en ella,
Escribo
para darle mi odio a mi odio y no a ella.
Es una
niña y yo también quizá lo sea,
Como mi
cabello rebelde y su cabello,
Como mi
tamaño y su altitud,
Como dos
estrellas distanciadas por el universo,
Muere,
explota y se dispersa.
Ha
cambiado la forma,
Mientras
halla una planta, agua,
Y existan
mis locuras, habrá poemas,
Quizá no
impacten, quizá el siglo no lo permita,
Quizá
jamás los leas, quizá jamás no exista.
V
Cuando
nos abrazamos siento que el tiempo se detiene,
Cierro
los ojos y parece que nada existe alrededor, sólo tú y yo,
Juntamos
nariz con nariz, acaricio con mi rostro tu rostro
Y nos
enfrascamos en un beso tan dulce.
Mañana
si te veo, sólo quiero que nos quedemos mirándonos,
Juntar
nuestras manos y ver como se fusionan nuestras pieles.
Es hermoso
quedar suspendido en tu mirada, acariciar tu frente,
Coger el
olor de tu cabellera entre mis dedos,
Mirar tu
cuerpo entero, fijarme en tu rostro, besarte y oír
Que
susurras en mi boca un te amo tierno.
Es
divino, artístico y científico, ¿cómo no amar a un ser tan precioso?
¿Cómo
negarse a tu blancura, a tu sonrisa, a tu mirada, a tus frases?
Basta
observarte y siento que todo el amor se viene al centro de mi pecho,
Comprime
con dulzura, duele sin herida.
Sujetarte
con mi mano diestra tu mejilla, recorrer tu oreja con mi dedo,
Mientras
vuelvo a besarte y ahora yo susurro un te amo mucho más tierno,
¿Cómo
negarme a alguien que amo?
VI
He
escrito con un beso mi silencio,
Entenderás,
que los poetas son escudriñadores,
Maldicen
y bendicen, he guardado mi silencio
En tu
propia boca.
Lo
siento, perdón, pero los poetas, piensan en lo suyo,
Piensan
en lo que alimenta el poema,
En lo
que ha de beber su hijo,
Cada
verso se llena de ti y de las palabras que te digo.
Cuanto siento
que tenga que escribir esto,
No sé
que venga luego, no sé si acaso crees que sé.
Advierto
de anomalías en cada célula que lanzo al aire,
Que van
hacia ti. Perdón, compréndeme.
Yo nací,
después de un invierno, por la mañana, como ayer.
Nada
existe después de esto, podrás reclamar lo que desees,
Podrás
desvariar tu carácter, podrás llorar hasta dejar que tu amargura
Se
consuele en mi pañuelo.
Fingiré
que el mundo sigue igual,
Que dos
palabras forman la grandeza de vivir,
Que mi
alma reniega de ser mi cuerpo que te extraña,
Tus besos,
tus piernas, tu foto, talvez todo.
Todo
aquí arriba, está como allí abajo,
Está
como cuando estuviste aquí arriba, dentro,
Tal vez
no distingas bien lo que guardo entre músculos y sangre.
Edwin André. 13/08/2010 - 12/09/2010.