Tuve la inocencia
de un niño, jugué
con un fuego que
nunca antes había visto.
Me quemé, muy adentro,
allí me quemé,
aún quema,
me acostumbré.
Ese fuego se alojó
en mis entrañas, luego
supe que era un
fuego especial, extraño, doloroso.
Doloroso, muchas veces
me hizo llorar, extraño,
no entendía cada lágrima,
cada caluroso estremecimiento.
Sus lenguas besaban mi
pecho a través de
mi boca, mis
manos frías, sudorosas, calmaban
el sublime dolor, suave y acogedor.
Un fuego rojo que
calzaba perfecto en mis labios.
Fuego de brío
eterno, de brillo
calcinante, duradero, que
supo de alegría y tristeza.
Un fuego que no
quiero olvidar, lo siento
lejos a la vez adyacente.
También supe que
es un fuego
ambiguo, te encuentra,
te pierde, te llama,
te niega, te ama
te quiere.
Edwin André. 12/06/2008
El poeta es una vocal simple, amante de la soledad, del alba, del crepúsculo y de la noche, es como el cosmos, brillante y solo.
domingo, 22 de noviembre de 2009
Eximo a la Primavera.
No es despecho
ni desamor que este
último pensamiento de la
fila al amor,
Tenga el deber ilustre
de plasmar en tristes
hojas, el señuelo, la
cría de un sentimiento,
Un sentimiento profetizado,
alzado en andas, muchas
veces oculto en
la furia de un abrazo hurtado.
Troto sin parar a
la voz de tu boca, al
valor de tu vida, al
jamás te pude conocer completa,
Es que si
pudiera, no, no lo
haría, mi amor es
más fuerte que el dolor,
El dolor a dúo que
terminará en
tus nuevos brazos,
en un idilio cerca de octubre,
En una flor en
tu cabeza, una
canción de salón, en
mis pasos equívocos.
Paso lista,
tu nombre está escrito
en mis manos, mi
exhausta memoria de siempre,
Mi alma de
sucio hambriento de tus
besos forzudos, caricias
esbeltas, palabras hermosas.
Si es que no
me olvido de algo,
simplemente hambriento del
arte de esculpir en ti,
Esculpir en oro,
el agridulce sabor del
te amo, sin saberlo, del
te amo, sin remedio.
Edwin André. 07/04/2009
ni desamor que este
último pensamiento de la
fila al amor,
Tenga el deber ilustre
de plasmar en tristes
hojas, el señuelo, la
cría de un sentimiento,
Un sentimiento profetizado,
alzado en andas, muchas
veces oculto en
la furia de un abrazo hurtado.
Troto sin parar a
la voz de tu boca, al
valor de tu vida, al
jamás te pude conocer completa,
Es que si
pudiera, no, no lo
haría, mi amor es
más fuerte que el dolor,
El dolor a dúo que
terminará en
tus nuevos brazos,
en un idilio cerca de octubre,
En una flor en
tu cabeza, una
canción de salón, en
mis pasos equívocos.
Paso lista,
tu nombre está escrito
en mis manos, mi
exhausta memoria de siempre,
Mi alma de
sucio hambriento de tus
besos forzudos, caricias
esbeltas, palabras hermosas.
Si es que no
me olvido de algo,
simplemente hambriento del
arte de esculpir en ti,
Esculpir en oro,
el agridulce sabor del
te amo, sin saberlo, del
te amo, sin remedio.
Edwin André. 07/04/2009
Violación de palabras.
No puedo saber si me enamoré de la mujer o del hombre que es mi amigo, tiene tanto de ambos, es una mujer por que descartando que actúa como mujer, es de una enorme sensibilidad que ni siquiera yo, un escritor y poeta he podido sentir, pues para hacer poesía se necesita de algo esencial, no es solo usar consonantes al final de cada verso; mi amigo tiene algo de mujer, es inteligente, poco tosco y carismático, pero a veces es hombre al punto de lanzar un piropo a una mujer de senos y prominentes caderas, y es que a veces me rechaza cuando lo abrazo, y me entrega una mirada de incomodidad que yo transformo en picardía diciéndole, “perdóname, está bien me aguantaré hasta la casa”, pero al final río y le comento que es broma, pero sé que en el fondo me gusta o yo le gusto, espero equivocarme.
Yo sé que mi amigo tiene falo, pero es tan mujer que no habla de masturbación, él es una señorita en la clase de geometría, pues no se ríe de las obscenas bromas del profesor, ni se lanza a risotadas como normalmente lo hacen todos los hombres, algunas damas y yo, en tanto que nos joden, puedo afirmar que mi amigo es un caballerito, que antiguamente eran conocidos como dandi, no me gusta entrar en epítetos, pero lo que él tiene de físico también conserva en inteligencia, como ya lo he repetido, no es tan alto, no es un modelo de pasarela, como sé que desearía ser, es de pelo liso, ojos almibarados, una sonrisa en los labios, que son rojos y delgados, en fin, no soy bueno en describir y menos a la persona que me convierte en una mujer, que hasta me hace llegar al punto de maquillarme los labios, claro está que estoy siendo sensacionalista, ¿yo maquillándome? ¡Ni hablar!, lo de mujer, sería delatarme a mí mismo, sería como sacarme el calzoncillo en plena conferencia de prensa.
Mi amigo es tan misterioso, que opta por contestar uno de sus cuatro nombres, dos de ellos muy varoniles y otros dos, digamos que unisex, él añade una seriedad que combina bien con mi elegancia, sin entrar en detalles, las pocas veces que nos encontramos en una reunión, compartíamos casi la misma tonalidad de camisa, que era una tonalidad baja, pero a él siempre le quedaba mejor que a mí, y yo se lo decía con la esperanza de que me contradiga, sin embargo, solo escuchaba un cortante gracias.
Extrañaba su apellido en la lista, cuando no concordábamos en el mismo salón, pero en el receso podía verlo y concluí que me gustaba más, con mucha controversia; de mujer y algunos días de varón.
Edwin André. 05/02/2009
Adolezco de mí.
Tuve una cita, en la garita de la esquina, punto estratégico, en dónde podría abrazar, comunicarme sin fronteras, sin que mi corazón palpite acelerado, en dónde podría besar, amar y ser amado.
Llegaré muy temprano, pues los minutos, las horas carecían de hechos, eran voluminosos, eternos; caminé desde mi casa, hacía un frío primaveral en el viento, con el que me topé al cruzar mi puerta, crucé la calle, hacia la otra acera y caminé derechito casi sin esquivar a nadie, pues ya todos estaban en sus camas, tal vez leyendo un libro o viendo televisión, o quién sabe, mis amigos prendidos del control remoto de su televisor buscando impávidos diversión para su mente.
Aprovecho que mi madre está de viaje por su trabajo, no sé a dónde la habrán mandado y mi padre está de madrugada en el periódico; sigo mi ruta ya concentrándome en la garita que ya la estoy avizorando.
Espero apoyado en uno de los árboles que me darán camuflaje mientras me deslizo por cada centímetro de la garita, mientras pruebo carne con mis labios y ya todo se va convirtiendo en proyecto, que es esencial para mi sexualidad, que tal vez cambie mi condición y modifique mi caminar.
Ya empiezo a sentir miedo de que mi compañera no llegue, que alguien me esté observando apoyado en el árbol y sospeche de mí, y de pronto aparece ella que se sorprendió de mi belleza masculina, de esa camisa Mossimo que traía puesta y ese jean encajado que daba a notar mis curvas que hoy dejé de sentirlas tan, tan …
Me plantó un beso sin más premoniciones, sin saber que hacer, fue instintivo el sujetarla con delicadeza y juntarla a mi boca, me sentí extraño, pero me sentí como debía sentirme, ella empezó a desnudarme desde mi boca, hasta mis avergonzados pies, ella hizo lo mismo con su cuerpo, mientras yo observaba cada sensual movimiento de sus manos, cada gesto de placer cuando sus dedos tocaban su grácil piel blanca.
Edwin André. 30/01/2009
Estrella.
Allá a lo lejos,
el sol se derrite
con el agua.
La noche se recuesta
sobre un madero quieto,
un madero negro.
Las rosas duermen entre
el vaivén del viento.
La silueta de la luna
se distorsiona sobre la
piscina que está a
mi frente.
A mi lado, están
mis versos, que observan
conmigo la noche.
El olor del aire,
tan húmedo y fresco.
La tierra duerme bajo
mis pies.
Las estrellas lisonjean,
le arrebatan a mi faz,
una sonrisa de lenidad.
Derraman frenesí de ideas,
brillan, allá arriba, tan
lejos y son distantes.
Edwin André. 29/11/2008
el sol se derrite
con el agua.
La noche se recuesta
sobre un madero quieto,
un madero negro.
Las rosas duermen entre
el vaivén del viento.
La silueta de la luna
se distorsiona sobre la
piscina que está a
mi frente.
A mi lado, están
mis versos, que observan
conmigo la noche.
El olor del aire,
tan húmedo y fresco.
La tierra duerme bajo
mis pies.
Las estrellas lisonjean,
le arrebatan a mi faz,
una sonrisa de lenidad.
Derraman frenesí de ideas,
brillan, allá arriba, tan
lejos y son distantes.
Edwin André. 29/11/2008
A minutos de las doce.
Con lo callada
está la noche, sólo
alcanzo a pronunciar tú
nombre, que está a lo lejos,
Estoy malherido, del gesto
tan hermoso de tu
boca, el beso a
polifonía, al compás de mi respiro.
No alcancé a educar
las azucenas del valle,
fuente de mi aire,
teatro de tu beso,
Me quitases el argot
del pensamiento, propio de
mi errante vocablo, como
indio indomable del averno.
Soy dócil y fiero,
elegante y chabacano,
tú tan linda,
tu beso le duele
a estos labios salvajes.
La noche que me
toca, sensible a mi
pecho, colindante a mis
cabellos, me rinde,
Me avasalla, me tritura
los dedos, me
pone un anillo de oro
a pesar de mi dolor.
Caigo sobre la
azucena, la parto con
mi peso, me
quemo con el fuego.
Edwin André. 09/08/2008
está la noche, sólo
alcanzo a pronunciar tú
nombre, que está a lo lejos,
Estoy malherido, del gesto
tan hermoso de tu
boca, el beso a
polifonía, al compás de mi respiro.
No alcancé a educar
las azucenas del valle,
fuente de mi aire,
teatro de tu beso,
Me quitases el argot
del pensamiento, propio de
mi errante vocablo, como
indio indomable del averno.
Soy dócil y fiero,
elegante y chabacano,
tú tan linda,
tu beso le duele
a estos labios salvajes.
La noche que me
toca, sensible a mi
pecho, colindante a mis
cabellos, me rinde,
Me avasalla, me tritura
los dedos, me
pone un anillo de oro
a pesar de mi dolor.
Caigo sobre la
azucena, la parto con
mi peso, me
quemo con el fuego.
Edwin André. 09/08/2008
Verdades Alternas.
El vaso vacío espera, me mira y como quien no quiere la cosa me tienta, me señala el vino tras el vidrio y la luz tenue del foco, que hace aún más acogedora la situación, me pone atento al más mínimo sonido de un alfiler que cayó al suelo, de algún movimiento brusco, para mover raudo el ojo y fruncir el ceño, me odio por querer fumar, consumir el patético rostro de mi mujer, taparlo de humo; me tumbo al diván me imagino a la muerte, la toco mediante mi cuerpo, sabiendo que algún día moriré, sonrío y el temor aparece promiscuo entre mis pensamientos.
Desearía ser un prisionero, que sean tus senos los barrotes de mi cárcel, que sean tus cabellos las estrellas de mi techo, que tus ojos sean mis inagotables velas, que tus manos sean mi colchón, que tu silueta sea mi compañera, que tu voz sea el sendero libre, que tus recuerdos sean libros que me hablen, que tus labios sean mi alimento, que tu aroma sea mi aire, que tus pisadas sean mis límites, que tus errores sean símbolos, que tus virtudes sean mis metas; desearía ser un prisionero, para estar más cerca de ti.
Un poema, es el pensamiento hecho carne, es la voz de una mano tímida, que busca la verdad, busca el preciso momento de amar, intenta luchar contra la sociedad hundida en la desinformación, a veces un poema es mujer, tiene un nombre, el poema es el universo plasmado en estrofas, resumido en versos.
El poeta es una vocal simple, amante de la soledad, del alba, del crepúsculo y de la noche, es como el cosmos, brillante y solo. El poeta son dos jirones atados fuertemente, reforzados con una pluma gigante, con una riqueza divina, con dos pares de ojos, dos manos, y quien sabe dos corazones.
Informar es beber con los ojos, observar con la boca, pensar siempre con la cabeza, actuar con el espíritu, blandir la espada soslayada al pobre, al que trabaja para todos, al justo, informar es respirar la pureza de la legítima izquierda, de una verdadera derecha, es ser libre sin llegar al libertinaje.
Edwin André.
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